Año 1991
En 1991 equipé y encadené Harakiri, primer 8c español, después de que el Sicario fuera decotado a 8b+; tenía 17 años. En un principio, equipé la vía sin reunión intermedia, con sus 45 metros y graduada de 8c+. La vía era excesivamente larga para aquella época en que la mayoría tenía entre 15 a 25 metros, a lo sumo 30, por no hablar de que estábamos en plena época de los bordillos, muchos de los cuales eran de entre 10 y 15 metros. La longitud de Harakiri rompía un poco con los esquemas del momento. No hacía mucho que las cuerdas eran de 45 o 50 metros, hacía muy poco que usábamos las de 60 o 65, y aun así quedaban cortas.
Coloqué unos mosquetones intermedios en una zona donde la dificultad menguaba y se acabó convirtiendo en una reunión. Dividí la vía en dos largos de 8c y 8a+, o 8c+ para el que quisiera hacerla hasta arriba sin reunión.
Subcampeón de España y 8º en el primer Campeonato del Mundo
1991 fue un año de nuevos logros, pues participé en todas las competiciones nacionales por primera vez, quedando cuarto en Oviedo, segundo en Ibi y ganando mi primera nacional en San Sebastián. Con estos tres resultados, entré a formar parte del equipo nacional, quedando subcampeón de España ese año, y yendo a mi primera competición internacional, dando la casualidad de que ésta era también el primer Campeonato del Mundo en celebrarse, ya que los habidos hasta entonces eran copas del mundo, las cuales constaban de más pruebas (más vías y más días). Quedar en el octavo puesto me agradó, pero también me dejó un sabor amargo el hecho de haberme quedado en las puertas de la final, al hacerse un desempate por las vías anteriores (las cuales eran diferentes) entre los escaladores que estábamos empatados en el sexto puesto.
Retirada de las competiciones
Después de aquello, seguí participando en nacionales, ganando algunas de ellas y formando parte del equipo un año o dos más pero, conforme pasaba el tiempo, como ya comenté al principio, los nervios me comían. En las nacionales iba peor en las eliminatorias que en las finales, y en las internacionales la tensión con la que escalaba me hacía gastar toda la energía y caer en donde normalmente calentaba un día cualquiera. Éste sería el motivo por el cual me acabaría retirando de las competiciones y centrándome en mis proyectos, en los que podía escalar a mi aire y sin presión alguna, al tiempo que disfrutaba mucho más y podía desarrollar todo mi potencial.